Historia del Blasón de Murcia
La historia del Blasón de Murcia comienza en el año 1243, cuando el Rey Alfonso X, llamado el Sabio, hijo de Fernando III, llamado el Santo, recibe de manos del reyezuelo moro Aben Hud, la ciudad de Murcia.
El rey comienza a formular leyes acordes con el nuevo gobierno, manifiesta que el latín quede para los clérigos e impone en todo su territorio el romance castellano, lengua que dio origen a nuestro actual lenguaje: el español. Designa adelantados para hacer cumplir sus leyes que, a modo de gobernadores territoriales, residen en la capital controlando la totalidad del reino.
El 14 de mayo de 1266 el Rey Sabio otorga a la ciudad de Murcia cinco coronas para adornar su blasón en atención a las aportaciones que Murcia le ha concedido en hechos de armas y que le permitieron alcanzar grandes victorias y la confirmación duradera del reino de Murcia como parte de la Marca de Castilla.
Cien años después de este otorgamiento de señas de identidad dadas por el Rey, uno de sus sucesores, Pedro I, concede a la ciudad de Murcia y a su blasón, otra corona; razonando el otorgamiento por la fidelidad con que los murcianos le habían ayudado en su enfrentamiento con su hermano Enrique de Trastámara, por parte de Aragón. La concesión de esta sexta corona tiene lugar el día 4 de mayo de 1361, y se confirma en Sevilla el día 10 de julio del mismo año. El documento de concesión, dice: "Como bien sabéis tuve a bien haceros merced de añadir una nueva corona a vuestro blasón, que ya contaba con cinco, para que fueran seis. Y por haceros bien, concedo que pongáis en la orla de dicho sello y pendón, leones y castillos en cada uno..."
En 1575, el Concejo toma el acuerdo plenario de dirigirse al Rey Felipe II al que solicitan su reconocimiento para construir el blasón de la ciudad, y en cuya memoria documentada aducen los motivos que justifica su decisión: "El Señor Rey Don Alonso de gloriosa memoria, habiendo entendido la lealtad, amor y fidelidad con que acudió al Concejo, justicia y regimiento, gente principal y el común de ella a las cosas que tocaron a su real servicio, por su testamento y última voluntad dejó instituido y ordenado que luego que muriese, le fuesen sacadas sus entrañas y traídas a Murcia, donde a la Cristiandad es notable que se trajeron y están sepultadas en la capilla mayor de la Santa Iglesia catedral de esta ciudad y obispado, y porque aunque esta insigne y singular merced, los dichos señores lo celebran y estiman en lo que pueden y es razón, preciándose de ella y de lo que de ella se colige, infiere y sabe, todavía, para que sea inmortal a la memoria de los hombres y quede por principal blasón y fe de la dicha lealtad y los que al presente viven y sucedieron, se precie y tengan cuidado de lo propio, así por conservar aquello, como porque viendo el premio que los reyes Católicos de Castilla dan y han acostumbrado a dar a sus súbditos y leales vasallos que les han servido y sirven y se vaya siempre con esta buena fe y presunción de ahora en adelante, acordaron y preveyeron que el escudo y blasón de esta dicha ciudad, que siempre ha tenido seis coronas de oro en campo de rojo y los reales castillos y leones por armas y orla de honor, se ponga un corazón que manifieste lo susodicho. Y porque siendo aquello demostración de entrañas reales, es justo y necesario que intervenga licencia y autoridad real; así mismo acordaron que se suplique a su Majestad lo made dar, representándole los fines, motivos y fundamento con que se procura emprender e intentar el dicho blasón."
La séptima corona le fue otorgada al blasón de Murcia por el Rey Felipe V, quien el día 16 de septiembre de 1709, en premio a la lealtad murciana y su decidida ayuda para que prosperara en España la casa de Borbón y sus aspiraciones al trono, concedió otra corona real sobre un león y una flor de lis, unidos. Rodeada de una leyenda en latín que dice:"Priscas, novissime exaltat, et amor" ("La más grande expresión de amor"). A Partir de entonces el blasón de Murcia quedó con los siguientes elementos heráldicos: En campo de gules seis coronas en oro, con tres hojas de trébol cada una, y puestas de dos en dos. En el punto de honor un escudete ovalado o corazón y en su interior una flor de lis y un león rampante de oro; alrededor y sobre plata, con tres letras negras, la orla: "Priscas, novissime exaltat, et amor", sumada de otra corona de oro. Alrededor del escudo, bordura que circunda, componada de gules y plata; sobre el gules castillo de oro, y sobre la plata, león de gules coronado de oro. La totalidad del escudo va timbrada de corona ducal (posteriormente real).